martes, 24 de marzo de 2015

Si existiera una tecla...

Sensible, susceptible, exigente, intransigente, egocéntrica… Sí, me reconozco ahí en muchos aspectos  de la vida. Son actitudes latentes en mí que emergen especialmente en  situaciones en las que se tocan aspectos que debo de  considerar intocables.

Trabajo a diario para desarrollar la mente neutral, tal y como me dice mi profesora  de Yoga: “…lleva tu mirada al entrecejo… siente tu respiración… simplemente observa cualquier pensamiento que acuda a tu mente sin juzgarlo…”. Y es cierto que con la práctica voy consiguiendo entrar, aunque sea por unos instantes,  en ese punto de neutralidad, pero se ve que estoy en el camino y aún queda un larguísimo trecho.

Hace unos días, esos intentos de  neutralidad volaron muy lejos de mí cuando compartí en Facebook una publicación   de la Asociación Española de Sindrome de Down que solicitaba a la RAE que retirase el término “subnormal” como acepción para las personas que padecen una trisonomía en par 21. Y una persona volcó  comentarios, en mi opinión  carentes de toda sensibilidad, y rayando en la ofensa.

 Sin embargo, soy consciente de que cada uno de nosotros vemos la realidad a través de nuestros propios cristales, pudiendo estar estos en perfecto estado, o por el contrario, rayados y mal graduados. Además, esperar que los demás comprendan tu viaje cuando no han recorrido tu camino, es cuanto menos un trabajo baldío, de modo que decidí expresar mi parecer con un discreto “discrepo” y un “…dicen que opinar es libre…, así que continua opinando.”

Y así lo hizo. Siguió opinando respecto a la discapacidad, a la hipocresía de los padres, a la ruina económica y personal que supone tener un hijo con discapacidad…y un sin fin de perlas más que no viene al caso reproducir.

Una mente mucho más disciplinada que la mía podría haber llevado esos comentarios con algo más de desapego. Sin embargo,  este no fue mi caso. No realicé ninguna réplica a sus aportaciones, sino que directamente eliminé y bloqueé enfadada e indignada a esta persona de mis amigos de Facebook.

Y así,  ese estado emocional me llevó a  hacer el recorrido que a lo largo de los últimos años he ido realizando situándome en un día de hace ya 4 años, cuando me encontraba en el momento más oscuro y doloroso de este proceso, cuando sentía que ninguna célula de mi cuerpo estaba preparada para aceptar que ese bebe tan precioso y tan plácido, mi hija pequeña June, padecía una enfermedad  que no tenía nombre, ni pronóstico, más allá que vivir el día a día, una amiga  me planteó lo siguiente: “Maite, si existiera una tecla que pudieras apretar y que al hacerlo todo este capítulo  se borrase,  quedando sin recuerdo … June no existiría… nada de este dolor que sientes existiría… lo harías?” No sé cuantos segundos tarde en decir que “no”, que no pulsaría esa tecla. Pero sin duda, fue un tiempo más o menos prolongado. Y lo que salió de mí fue un tímido y débil “no”, que nacía, supongo, desde mi sentido más moral, y desde lo que una buena madre ha de decir. Entonces, mi amiga sabiamente afirmó: El día en el que tu   “No”sea  rotundo, firme y  fuerte, estarás en un punto completamente diferente de este camino.

Nadie me ha vuelto a plantear esa cuestión, supongo que porque no es necesario, pero sé que  en esta ocasión, el “No” sería contundente.  Y esto no significa que sea víctima de un autoengaño compensatorio, tal y como las palabras de esta persona daban a entender.

Trato de ser  honesta conmigo y con los demás,  y si en lugar de esa tecla existiese otra cuyo nombre fuese: June sigue un patrón de desarrollo “normal”, sin dudar,  la apretaría. Y lo haría  para que ella pudiera vivir todas las experiencias que por sus limitaciones no puede, para que su hermana pudiera tener una compañera de juegos más acorde a lo que ella esperaba, para llevar una vida, intuyo, que más sencilla, para no pensar en su futuro con tanta incertidumbre, para dejar de intentar protegerla de miradas escrutadoras, Y por un sinfín de motivos más.  Pero June y la palabra “ruina”, como calificaba la susodicha persona la vida de las familias con un hijo discapacitado,  no pueden ir jamás en la misma frase.

 Abrazar a June y que ella me abrace debe se ser lo más parecido a estar en el cielo. Tumbarme a su lado cuando duerme y contemplarla, me lleva  a un estado de relajación profunda en décimas de segundo. Asistir a lo intenso de sus emociones, tanto las relacionadas con la alegría, como con el enfado, es un espectáculo único. Acompañarla en sus logros es el mayor de los regalos. “Ruina” sería no ver ni apreciar  estas cosas. “Ruina” sería no ser consciente de cómo June me ha trasformado en una persona ni mejor ni peor, pero sí más completa de lo que era. 

Aunque he recorrido un largo trecho, saliendo más o menos bien parada de batallas importantes contra el victimismo, la autocompasión,  la negación, o  la ira,  sé que el camino no sólo es largo, sino que además no tiene fin, ya que un camino me sitúa en otro distinto y este a su vez me conduce a otro… y a lo lejos puedo  vislumbrar un sendero desconocido e inexplorado.  Pero pondré conciencia en cada paso que voy dando para no desviarme demasiado y si lo hago, poder retomar mi senda.

PD: Gracias “amigo” de Facebook por ayudarme a ser más consciente aún de todo lo andado


sábado, 28 de febrero de 2015

@HelpJune


Hoy es 28 de febrero, y hace 1 año escribía con frustración y dolor una entrada titulada,  Reabriendo un largo capítulo”  como una muy personal  forma de participar en el día de las enfermedades raras, y poner mi granito de arena, aunque fuera de una manera simbólica, para que la invisibilidad de mi hija June no lo fuese tanto.

Y como una forma también  de cerrar psicológicamente una etapa en la que todo apuntaba a que tras años de búsqueda incesante, por fin habíamos llegado a la causa del que hasta entonces los médicos llamaban “retraso madurativo” de June, y que narraba emocionada en esta otra entrada Cerrando un largo capítulo” .

Las fechas señaladas en el calendario  nos hacen tomar mayor conciencia del paso del tiempo, y aquí estoy de nuevo, un año después, ante el teclado de mi ordenador,  un 28 de febrero más, día de las enfermedades raras.

Finalicé aquel post con la clara intención de que en el momento en que me sintiera recuperada del golpe recibido por retroceder hasta la casilla de salida, escribiría un nuevo post cuyo título sería algo así como: En busca de diagnóstico.

Pero en estos 365 días que han pasado desde entonces no figura en el historial de este blog ningún título parecido. Y no ha sido por que hayamos desistido en el intento.  Esa puerta nunca la cerraremos. De hecho, la queremos tener más abierta que nunca, pero ampliando la perspectiva  no solo a la comunidad científica, sino a cualquier persona del mundo que nos pueda ayudar a encontrar el enigma que encierra June, bien porque padezca en su familia una situación similar, o porque conozca de cerca la problemática del retraso psicomotor que padece June.

Con este propósito los padres de June hemos creado la Red de los Seres Humanos, www.thehumansnetwork.com ,  una red social que pretende despertar en todos nosotros nuestro lado más humano, más  auténtico, más solidario, y desde donde contaremos a partir de hoy, día de las enfermedades raras,  la vida de nuestra pequeña June, sus avances, sus sonrisas, sus lloros,… con el objetivo de pediros AYUDA para encontrar la causa de su retraso madurativo. No en vano, el perfil humano de esta causa que os invitamos a seguir, y compartir, se llama @HelpJune.

Soy consciente del desgaste que todas estas idas y venidas y  esta peregrinación hospitalaria han ocasionado en mí: miopatía… síndrome de Rett…, Rett atípico…, síndrome de Angelman…, Angelman atípico…, enfermedad mitocondrial…, déficit en el transporte de creatina…Son algunas de las hipótesis que han sido descartadas, una tras otra, a lo largo de los últimos  5 años, pero que hasta ser descartadas se convertían en los escenarios en los que yo me situaba, y situaba a mi hijita.

Pero por suerte, sobre todo para June, la sensatez y el sentido común volvió a mí en algún punto de este proceso de aceptación que voy haciendo, y con total sinceridad y honestidad siento que el nombre en cuestión me importa más bien poco, y sé, que si algún día se despeja la incógnita que tantos quebraderos de cabeza nos ha ocasionado, y la ciencia puede poner una etiqueta con  nombre a lo que le ocurre a June, este hecho no supondrá esa dolorosa sacudida interna tantas veces sentida.

Y es que, desde que decidí dejar de restregarme en la tristeza y la autocompasión,   comencé a mirar a mi preciosa niña con los únicos  ojos con los que puedo mirarla y  que merece, que son los ojos de una madre con todo lo que ello implica.  Y de esta manera, cuando la miro sólo veo a June, una niña preciosa, entrañable, especial, y con dificultades.

Aunque en ocasiones aún continúe flaqueando, y se instale en  mí el incómodo pensamiento: qué diferente sería todo si a June no le pasara esto, y pudiera ser “normal”…recurro a una conocida frase que me gusta mucho y me recuerda que “no siempre podemos elegir la música que la vida nos toca, pero podemos elegir cómo la bailamos.”

Yo he elegido bailarla como lo hace June: con alegría, disfrutando de las pequeñas cosas, con pasión, con esfuerzo, cayéndome para levantarme de nuevo…

Os dejo con una muestra  sobre cómo baila June la vida junto a su hermana Libe, el ángel que le acompaña en todo momento, la quiere con locura, y la acepta tal y como es sin darle más vueltas:



                                                  


martes, 10 de febrero de 2015

Mi prolongada cuesta de Enero


Frío...invierno…bajón anímico…nula inspiración...escasa concentración…bloqueo…excusas… inmovilismo… Son los  acompañantes que, con obstinada terquedad, me he empeñado  en no dejar partir durante un tiempo.

 Acepta y después actúa.
 Acepta cualquier cosa que contenga el momento presente como si la hubieras elegido. 
Trabaja siempre a favor del momento, no contra él.
Haz del presente tu amigo y aliado, no tu enemigo.
Esto transformará milagrosamente tu vida.

 Eckhart Tolle

Es un párrafo que tengo subrayadíiiiisimo en uno de mis libros de cabecera, El poder del ahora de Eckhart Tolle, y que siempre recomiendo leer. A  menudo recurro a él en mis sesiones de trabajo cuando la persona que se sienta frente a mi trata de resistirse a la realidad que está viviendo.

Me considero una alumna de la vida bastante disciplinada, y durante este tiempo, quizá algo incómodo de llevar, he utilizado esas líneas como un reconfortante mantra, acepta y después actúa…acepta y después actúa…acepta y después actúa… dándome de  este modo el permiso de acoger  lo que habitaba en mí en esos momentos.

Además, una frase de Carl Jung que me gusta especialmente, lo que niegas, te somete, lo que aceptas, te transforma,  hacía las veces de eficaz recordatorio de que lo único que tenía que hacer era aceptar que así me sentía en esos momentos, lo cual no significaba que ese iba a ser mi estado para siempre.

 Pero en ocasiones la filosofía no es suficiente,así que también recurrí a aspectos más pragmáticos para acompañar mi particular cuesta de Enero. Pintar mandalas, meditar, un café  con una amiga que se alarga más de lo previsto, unas cañas improvisadas  algún que otro fin de semana, mis clases de yoga kundalini, la alegría sin fin de mis hijas, las charlas hasta las tantas, los cálidos y reconfortantes abrazos, mis sesiones de trabajo, un mensaje cariñoso al despertar, no culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, la novela que me ha arrancado muchas sonrisas durante las últimas semanas… son tan sólo una muestra de  las  valiosísimas joyas que he utilizado, y  que para mí son unos potentes recursos.

Este post es un reflejo de  que ese “bloqueo” se ha disuelto y  comienzo a fluir de nuevo. Y del mismo modo que abracé esos momentos  incómodos, ahora acojo con alegría este  momento presente.

Te dejo  otra  de las joyas que vino a mí en uno de aquellos días grises, y me la quedé para mí para siempre.

La mejor solución

A veces, la mejor solución
es aceptar
que no tienes ninguna solución
en este momento.

A veces, el camino
es no conocer el camino.
Mantenerte parado donde estás,
sentir lo que estás sintiendo,
sin anhelar estar en otro lado
(y si es el caso, también permitir el anhelo).

Honrar las preguntas;
están vivas y son sagradas.
Arrodillarte ante el altar
del No Saber.

Existir en completo asombro,
hoy.
Y dejar que las soluciones emerjan,
en su propio tiempo,
a su propio ritmo,
cultivadas con el fertilizante
de tu amorosa presencia.

A veces, la mejor solución
no resuelve nada,
pero te libera.

Sé la solución.


- Jeff Foster-

lunes, 15 de diciembre de 2014

Por cuatro esquinitas de nada



La pasada noche tuve una pesadilla.  Desperté con la sensación de alivio que brinda el saber que toda esa intensidad vivida no se dio en la realidad pero, al mismo tiempo, me sentí  algo inquieta porque  normalmente no tengo pesadillas y me extrañaba que en este momento  en el que todo va ocupando su lugar, y en el que me encuentro a gusto con la vida, tuviese sueños de este tipo.


En mis sesiones de trabajo, me gusta detenerme y trabajar a fondo  en la tríada pensamiento-emoción-acción,  que no es más que tratar de identificar los pensamientos que nos generan una emoción determinada y, como consecuencia de esa emoción, manifestamos una conducta o una actitud que se refleja en la realidad que vivimos. Y por eso, aunque no soy una experta en interpretar sueños, traté de identificar cuál fue la cascada de pensamientos que propició que Morfeo me regalase esa pesadilla en la que me veía siendo perseguida por horribles animales  prehistóricos.

No lograba identificar ningún desencadenante hasta que ojeando en  Facebook encontré  un cuento precioso sobre niños con discapacidad, e inmediatamente acudió a mi mente una conversación que tuve el día anterior cuando  coincidí en el ascensor con una vecina a la que aprecio, y me preguntó: "Maite, ¿te puedo hacer una pregunta?" "Claro" -respondí-. "¿Tu hija pequeña está enferma? Es que siempre la llevas en la sillita o te veo cargando con ella…" Es una mujer que irradia bondad por todos los poros de su piel, y le respondí amablemente: "Tiene una enfermedad rara que aún no sabemos cuál es, que le provoca retraso madurativo, y por eso aún no camina." Ella se entristeció enormemente  al oir mis palabras, "Ay no sabía! Con lo guapa que es…" Y no me dio el pésame…pero su cara y sus palabras reflejaban su sentir.  Nos despedimos y cada una tomó una dirección.

Y tal y como sucede cuando nos desconectamos de nosotros mismos, con la vorágine del día a día que nos hace ir  con el antifaz y las orejeras,  no me detuve a dar rienda suelta a los sentimientos que  aquella conversación habían provocado en mí.  Recuerdo que sentí cierto malestar por la cara de pena con la que me miraba, pero la prisa por llegar puntual a mi trabajo me  sirvió de anestesia.

Sin embargo, esa noche tuve una pesadilla. Todo lo que sentí y no expresé a mi vecina salió de algún modo. Y es por eso que, ahora que soy consciente, aprovecharé este espacio para expresar lo que siento, y lo que le hubiera dicho a mi vecina y a todas las vecinas del mundo:

No sientas pena por mí. June es el amor puro,  es un regalo que la vida me ha dado para que aprenda muchísimas cosas. Ella es una maestra para mí. Gracias a ella sé que tengo infinidad de recursos. Gracias a ella he aprendido a tener paciencia, a aceptar la realidad tal cual es sin ofrecer resistencia y sin sufrir, a apreciar las pequeñas cosas que la vida nos ofrece, a relativizar, a dar lo mejor de mí misma, a no desistir, a amar sin condiciones, a caerme y volver  a levantarme, a dar a la vida lo que tengo para dar, y a recibir lo que ésta tiene para mí… Todo un master para la vida.

No sientas pena por June, siente admiración por ella. Si la vieras cómo se esfuerza a diario por superar sus limitaciones, cómo aguanta estoicamente y da todo lo que tiene para dar en  sus infinitas sesiones de estimulación, cómo cada día de su vida  al  despertar lo  primero que hace es regalarte una enorme sonrisa y un abrazo tan fuerte del que no te puedes soltar, cómo va aprendiendo a su ritmo lento pero constante, cómo ríe a carcajadas por las pequeñas cosas que le hacen enormemente feliz, cómo es la niña más feliz en la fila del cole cuando entre la multitud de padres por fin me localiza, y se pone a aplaudir. Cómo consigue que todo el que se relaciona con ella acabe prendado de ella. Si la vieras así, no sentirías pena, créeme.

Te dejo con el cuento que me sirvió para recordar y dar salida a todo lo que una simple conversación de ascensor originó en mi:




martes, 25 de noviembre de 2014

...Inspira...Espira...

Mi hija mayor me preguntaba el otro día a ver cuál era exactamente mi trabajo de nombre tan raro, y qué hacía yo concretamente. En más de una ocasión me lo ha preguntado pero se ve que no se lo he debido de transmitir bien.

Siempre me ha  resultado algo complicado buscar las palabras que reflejen fielmente la esencia de mi labor, y tiendo a resumirlo rápidamente o hacer una descripción un tanto escueta. En este caso tratándose de una curiosa niña de 7 años, la dificultad me resultaba aún mayor.

Al final de la conversación, pienso que le quedó más o menos claro, pero esto me llevó a reflexionar sobre lo  que  pienso que es la esencia de mi trabajo y el objetivo que, bien consciente o inconscientemente, todo aquel que llama a mi puerta persigue, que no es otro que conseguir la libertad personal necesaria para lograr estar en la vida de la manera que cada uno desee.

 De este modo constato una y otra vez como detrás de cada historia de insatisfacción, detrás de la sensación de fracaso, detrás de los sentimientos de inseguridad, tras los bloqueos… muchas veces lo que emerge de las profundidades es una vida puesta en manos de otros, o una vida guiada por condicionamientos socioculturales, o una vida basada en valores que no son genuinos… En definitiva, una vida vivida de acuerdo a una serie de condicionamientos externos.

 Mi evolución personal va muy de la mano con los procesos que viven mis clientes, y  del mismo modo que para ellos soy un espejo  en donde ven reflejadas todas estas marañas emocionales, ellos lo son para mí, pero con efecto amplificado.

Fruto de este efecto lupa, hace un tiempo que comencé a poner conciencia a todo lo que había en mi vida, sintiendo que ya era el momento de dejar de actuar a ciegas, y desde entonces, he ido provocando cambios en mi vida. Y es que cuando nos quitamos el antifaz, y tenemos un compromiso con nuestra vida,  ya no hay vuelta atrás.

Y es en este punto del camino en el que empatizo, aún más si cabe, con cada una de las personas que decide apostar por este compromiso, y conmigo misma también, ofreciéndome un “achuchón simbólico”. Ya que resulta doloroso el proceso de ir quitando esas  piedras de nuestra mochila que alguien en un momento dado pensó que nos serían de una enorme utilidad, o que por la razón que fuera, nosotros mismos decidimos colocarlas ahí dentro.

De esta forma, cada uno llevamos las nuestras. Son todas muy parecidas en realidad, lo único que las puede diferenciar es su tamaño. Unas son livianas y las vamos soltando con relativa facilidad. Sin embargo, otras son enormes y muy pesadas, y cuesta muchísimo esfuerzo desprenderse de ellas.

En este momento de mi vida me estoy desprendiendo de una piedra a la que llamo   “qué dirán”, ya que conquistar mi libertad personal pasa por deshacerme de ella.

 Y para ello cuento con valiosísimos ayudantes que cada uno a su manera me ayuda a ir soltando: mis hijas,  mi amor,  el padre de mis hijas, la meditación, mi madre, mis clientes, mis amigas, el yoga… son algunos ejemplos.

Yo seguiré quitando todas las piedras que me dificulten mi transitar por la vida, y pondré toda mi energía para que todo aquel que esté dispuesto a hacerlo también lo consiga.

Y mientras estoy en ello, con calma y amor hacia mí misma, me voy diciendo:

…INHALA el futuro
     …EXHALA el pasado
        …Y siempre respira el AHORA

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Mi declaración de autoestima


     
Este post  va a ser un poco diferente, ya que no voy compartir en él ninguna de mis reflexiones como acostumbro a hacer, y es que quiero dar este texto de Virginia Satir, que para mí es una especie de credo, todo el protagonismo.

 Acostumbro a enviárselo a mis clientes para que se lo pongan en un lugar bien visible en sus casas con el objetivo de que lo tengan muy presente cada día.

Os dejo con  él:


  Mi declaración de autoestima

Yo soy yo.
En todo el mundo no existe nadie exactamente igual a mi.
Hay personas que tienen aspectos míos, pero en ninguna forma el mismo conjunto mío.
Por consiguiente, todo lo que sale de mi es auténticamente mío
porque yo sola lo elegí. Todo lo mío me pertenece:
mi cuerpo,
todo lo que hace;
mi mente, con todos sus pensamientos e ideas;
mis ojos, incluyendo todas las imágenes que perciben;
mis sentimientos, cualesquiera que sean: ira, alegría,
frustración, amor, decepción, emoción;
mi boca, y todas las palabras que de ella salen, refinadas, dulces, o cortantes,
correctas o incorrectas;
mi voz, fuerte o suave,
y todas mis acciones, sean para otros o para mí.
Soy dueña de mis fantasías,
mis sueños,
mis esperanzas,
mis temores.
Son míos mis triunfos y mis éxitos,
todos mis fracasos y errores.
Puesto que todo lo mío me pertenece,
puedo llegar a conocerme íntimamente.
Al hacerlo, puedo llegar a quererme
y sentir amistad hacia todas mis partes.
puedo hacer factible
que todo lo que me concierne funcione
para mis mejores intereses.
Sé que tengo aspectos que me desconciertan
y otros que desconozco.
Pero mientras yo me estime y me quiera,
puedo buscar con valor y optimismo soluciones para las incógnitas
e ir descubriéndome cada vez mas.
Como quiera que parezca y suene,
diga y haga lo que sea,
piense y sienta en un momento dado,
todo es parte de mi ser.
Esto es real y representa el lugar que ocupo en ese momento del tiempo.
A la hora de un examen de conciencia, respecto de lo que he dicho y hecho, de lo que he pensado y sentido, algunas cosas resultarán inadecuadas.
Pero puedo descartar lo inapropiado,
conservar lo bueno
e inventar algo nuevo
que supla lo descartado.
Puedo ver, oír, sentir, decir, y hacer.
Tengo los medios para sobrevivir,
para acercarme a los demás,
para ser productiva
y para lograr darle sentido y
orden al mundo de personas y
cosas que me rodean.
Me pertenezco y así puedo estructúrame.
Yo soy yo y estoy bien.


Virginia Satir, 1975.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Parálisis por análisis

 .

Una locuaz y encantadora clienta se presentó de esta manera en su primera sesión de trabajo conmigo: “Sufro de parálisis por análisis”. Era la primera vez que escuchaba esa expresión, y me quedé con ella de inmediato

Tanto por que me gusta a nivel sonoro, como porque esas dos palabras bastan por sí mismas sin necesitar de demasiadas explicaciones racionales sobre lo que a uno le sucede cuando sufre de este “mal”.

"Se que no quiero este trabajo pero no consigo dejarlo"… "No sé qué opción elegir,  un día pienso que una es la mejor y al día siguiente la contraria"…"Llevo ya seis meses mirando en internet cursos de formación"… "Sé que mi relación no funciona y me hace sufrir pero tengo tanto miedo a dar el paso"…"Y si me separo y no encuentro a nadie con quien compartir mi vida?

Son los ecos que resuenan  en las paredes de mi despacho, y que reflejan esos bloqueos que sufrimos cuando hemos dado demasiado espacio a nuestra mente para sopesar pros y contras, para contrastar, hacer balances, y demás  funciones que nuestro cerebro es experto en hacer. Y la consecuencia de tanto análisis es que nos quedamos paralizados sin saber hacia dónde dirigir nuestra energía.
Me entristece mucho contemplar como personas maravillosas con infinidad de recursos y potencialidades por desarrollar, y toda una vida de infinitas posibilidades,  pasan demasiado tiempo sin desplegar sus alas para volar todo lo alto que en lo más profundo de su ser desearían pero  el miedo a la incertidumbre que genera el cambio, por muy deseado y necesario que éste sea, les acecha. 


Además en ocasiones creyendo que no son  merecedores de lo mejor para sus vidas,  se quedan instalados en la mediocridad. Y en la mayoría de los casos, el apego a lo cotidano, hace que se aferren a ese odioso dicho popular que reza así: más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer…

No es casualidad que llamen a mi puerta personas que padecen este mal, dado que es un viejo conocido para mí, y al parecer, atraigo a los que como yo se han propuesto mirar al miedo a la cara con valentía, tomarlo de la mano para poder superarlo, y practicar el desapego de viejas creencias que nos limitan nuestras infinitas posibilidades de crecimiento.

De este modo, siempre comenzamos del mismo modo: apaga ya tu mente y enciende tu alma que comenzamos a trabajar!

Y finalizamos con estas líneas:


 Tu eres más fuerte que tus miedos.
Tus fuerzas son mayores que tus dudas.
Aunque tu mente esté confundida,
tu corazón siempre sabe la respuesta.
Con el tiempo, lo que hoy es difícil
mañana será una conquista.
Esfuerzáte por lo que realmente te llene el alma.
Y ten la virtud de saber esperar.
Porque todo lo que tiene que ser será.
                                                                       
                                                                                 Anónimo.