Artículo publicado en el nº 7 de la revista Coaching magazine. Nov/Dic 2006
No hace mucho tiempo, me encontraba charlando con una persona sobre la insatisfacción que sentía por no haber podido lograr en todos estos años que han transcurrido desde que me licencié en Psicología, un desarrollo profesional acorde a mis expectativas. Fue esta persona la que me habló del “Coaching” por primera vez, diciéndome que supondría una buena salida profesional dada mi formación. En aquel momento no le di importancia a esta recomendación, ya que si bien no sabía definir qué era el coaching, por aquel entonces sólo venían dos palabras a mi cabeza: deporte y empresa, así que lo desterré totalmente por que eran dos mundos que poco tenían que ver conmigo.
Meses más tarde, llevada por mi continuo afán de encontrar algo que permitiese reciclarme, y así poder iniciar mi tan ansiado desarrollo profesional, recordé aquella conversación sentada delante de mi ordenador, y tecleé en mi adorado google la palabra “COACHING”.
Ante mi aparecieron frases como: “camino hacia el autodesarrollo”, “conseguir lo mejor de uno mismo para llevar una vida más satisfactoria”, “arte de mejorar la vida”, “liberar el potencial de las personas para incrementar su desempeño”, “aprender a gestionar los cambios”….Todo lo que iba leyendo me iba entusiasmando cada vez más y pensé: “¿quién no quiere esto para sí mismo?”. Todo el mundo en mayor o menor medida tiene algún sueño por cumplir, una meta que alcanzar.
Así mismo, me impresionó la enorme cantidad de campos en los que el coaching aporta sus beneficios: desde personas insatisfechas con algún aspecto de su vida ( trabajo, pareja, hijos, etc.), personas que desean apostar más fuerte y esperan algo más para sí mismas, jóvenes desorientados, personas que atraviesan crisis personales como divorcios, jubilaciones, situaciones de infelicidad no manifiesta pero real,…, aquellos que tienen que enfrentarse a situaciones difíciles, como entrevistas, exámenes, presentaciones en público,…., personas que se sienten estancadas en sus vidas, hasta directivos de empresas que desean mejorar el rendimiento de sus equipos…, en fin, el abanico es muy abierto.
Así fue cómo, tras una ardua labor de investigación, contacté con una coach. Gracias a ella estoy escribiendo este artículo. Nunca olvidaré aquel encuentro… me hizo sentir que el coaching era para mí, y aunque no fue una sesión de “coaching” como tal, salí con un propósito muy claro: inscribirme en el curso “Principios del coaching” (de Olacoach).
Fue todo un descubrimiento para mí, ya que hasta entonces había leído varios libros sobre coaching en los que explicaban las técnicas, herramientas y cualidades que un buen coach debe poseer, pero algo me faltaba. No llegaba a entender completamente cómo se producían esos cambios en las personas que describían los textos que llegaron a mis manos, cómo sus sueños se hacían realidad, y cómo lograban alcanzar metas que en un principio resultaban inalcanzables.
Yo soy bastante escéptica para muchas cosas, y he de confesar que por momentos me parecía “humo” todo lo que leía.
Así fue como en el transcurso del curso varios conceptos me dieron la clave. No fueron grandes revelaciones, sino mensajes llenos de grandes dosis de sentido común, como que en lugar de centrarnos en el problema, técnica habitual en los procesos de Psicoterapia que yo conocía, en el coaching se lleva a cabo un encuadre enfocado a los resultados, donde lo importante son las acciones que llevamos a cabo para conseguir lo que queremos.
De esta manera, se destaca la diferencia entre hablar de expectativas (“me gustaría que”…, “espero…”, “deseo…”), y hablar de objetivos (“quiero…”, “puedo…”, “voy a…”), buscando en todo momento priorizar éstos sobre aquellas. Esta es la clave para pasar de un deseo, que no es más que algo que está en nuestra mente, pero cuyo logro es una responsabilidad que no nos atribuimos de manera plena, frente a realizar acciones concretas y plantearlo en términos de “Yo quiero…y lo voy a hacer…”, para lo que me comprometo con la ayuda de un coach.
Después tuvo lugar mi segundo encuentro con mi coach, lo que representó mi primera “sesión de coaching”. Descubrí que tan pronto sentía impotencia, al no lograr encontrar dentro de mí la respuesta “adecuada” ante las preguntas que la coach me planteaba, como desorientación, al no estar acostumbrada a esa situación en la que se pedía tanto de mí. O de pronto sentía un enorme entusiasmo y una gran ilusión al comprobar cómo yo era la protagonista absoluta de mi aventura.
Me llamó poderosamente la atención la confianza que mi coach tuvo en mis habilidades para comenzar a trabajar desde el primer momento, y tengo la profunda convicción de que es esa confianza la que me permite avanzar, ya que pienso: “si esta persona confía plenamente en mis capacidades, ¡será por tanto que las tengo!”. Es de esta manera cómo percibo que mi autoconfianza es cada día un poquito más grande. Es la que me anima a avanzar, y la que me permitirá impregnarme de la filosofía del coaching, incorporándola en todos los ámbitos de mi vida.
Si alguien me preguntara qué es para mi el coaching, le respondería que es una filosofía y una actitud ante la vida, donde prima la “acción” frente al “deseo”, donde primero tienes que cambiar tu esquema mental, salir de tu “zona de confort” como dicen los formadores de Olacoach, para colocarte en un lugar nuevo que te permita aprender. Este resulta en principio un lugar un poco incómodo, ya que no estamos acostumbrados a manejarnos en un nivel en el que todo depende de ti, no hay nada que sea correcto o incorrecto, mas que aquello que lo sea para ti. El coach no aparece como un experto que te va a decir lo que tienes que hacer, ni va a opinar sobre tus acciones aunque a veces lo desearías con toda tu alma, sino que mediante sus “preguntas poderosas” exprimes al máximo tu cerebro para encontrar dentro de ti la respuesta. Es algo que requiere bastante esfuerzo por parte de cada uno, por lo que es fundamental dejar atrás las conductas pasivas, y en su lugar adoptar una actitud proactiva. Pero sobre todo y como punto de partida fundamental, querer hacerlo.
En definitiva, vivo el coaching como una oportunidad de desarrollo tanto personal como profesional. Actualmente compagino mi formación en coaching, a través del programa Avanzado de Formación de Coach de Olacoach que tendrá lugar en Octubre, con sesiones personales de coaching.
Para mí estas sesiones son como un faro que me va guiando en este proyecto en el que me he embarcado, y en el que tengo definida mi meta. Quiero ser coach y dedicarme a esta profesión. He abierto al máximo mi mente y mi corazón para sacar lo mejor de mí, y poder así atravesar este bello camino. Ahora sólo tengo que dar los pasos que me vaya marcando para conseguir mi propósito. Yo estoy dispuesta a recorrer este camino,… ¿y tú?
Maite Villabeitia Urrutia
mvillabeitia@hotmail.com
tel.607355902
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