Reír hasta no poder
más. El olor a hierba recién cortada. Un mensaje. Tomar café con una amiga. El
olor de la primavera. Escuchar la lluvia caer. Oír las risas de mis hijos. Ver
amanecer. Un helado de chocolate. Despertarte y ver que aún quedan horas para
dormir. Tomar de la mano a quien quieres. Un paseo por la playa en invierno. Enamorarse.
Sábanas limpias. Bailar sin que nadie me vea. Un café caliente. Hacer galletas
con mi hija. Un largo abrazo. Nadar en
el mar. Un masaje. Mi perro…
Estás no son más que una pequeña muestra de las cosas que la
vida ofrece y que hacen feliz a algunas
de las personas que han llamado a mi
puerta huyendo de un vacío existencial
en algunas ocasiones, buscando respuestas en otras, y hartos de llevar una vida
que no quieren en la mayoría de las ocasiones.
Compra un cuaderno muy
bonito. El más bonito que haya en la tienda. Y al final de cada día escribe o
dibuja las cosas que te hayan hecho sentir bien, que te hayan hecho feliz, así
como aspectos de ti mismo que valores y que te hayan hecho sentirte bien
contigo mismo. No pongas tu atención en grandes acontecimientos, céntrate en
pequeños detalles, momentos en los que te has sentido pleno.
Estas son algunas de
las tareas que me encanta invitar a muchos
de mis clientes a que lleven a cabo.
Es sin duda un ejercicio en apariencia sencillo. Sin
embargo, al menos al principio, es una tarea no
exenta de dificultad ya que cuando nos instalamos en la queja, en el victimismo o en la
negatividad más absoluta, estamos mandando un mensaje a nuestro cerebro para
que ponga el foco precisamente en todo lo malo que nos rodea, o en lo mal que
nos van las cosas, o en lo que nos falta, para así confirmar nuestros más
oscuros pensamientos, lo cual, además de
ser un desencadenante infalible para la infelicidad, nos incapacita para poder apreciar
lo hermoso y lo que está bien tal y como está, en nosotros mismos, y en nuestras
vidas.
Superados los bloqueos y las resistencias iniciales, este
simple ejercicio, realizado de manera continuada en el tiempo, nos coloca en
una posición muy diferente ante la vida.
Para empezar logramos una visión más equilibrada de la realidad. No todo en nosotros está mal, ni todo
que nos rodea es malo, sino que tomamos conciencia de todo lo bello que la
vida nos ofrece, y de lo bello que hay
en nosotros también. Lo cual nos lleva a una sensación de bienestar y a estar a gusto con uno mismo. Además, el sentimiento de gratitud comienza a
hacerse un hueco en nuestro paisaje emocional, lo cual es un indicador bueniiiiiiiisimo
de que estamos al inicio de una nueva senda.
Animaos a comprar vuestra libreta y a vivir la vida como lo
hace la niña del vídeo:
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