No me lo dije así tan
literalmente, pero casi, casi…
Siempre me he sentido como una especie de buscadora del bienestar, de la serenidad y de, al menos para mí, la tan ansiada paz interior. Es por eso que tengo el convencimiento de que tanto mi formación, como mi trayectoria profesional, y todas las experiencias que he ido viviendo hasta ahora me han servido como mágicos puentes para situarme en la casilla de salida de eso que llamamos felicidad.
“Quiero ser feliz, mi
objetivo es ser feliz, no entiendo porque estoy así, si lo tengo todo para ser
feliz, algún día seré feliz…” son apenas unos fragmentos extraídos de esos
momentos maravillosos en los que mis
clientes comparten conmigo sus anhelos más profundos. Y es que la búsqueda de
la felicidad es algo que tenemos en común la mayoría de las personas.
Sin embargo, creo que hay algo
erróneo en esta denominada búsqueda. A mí me ha costado darme cuenta del error,
pero lo bueno es que me he dado cuenta, y eso en sí mismo es maravilloso.
La felicidad, en mi opinión, no es algo que hayamos de buscar o de
perseguir. La felicidad no nos viene dada porque hayamos conseguido esto o
aquello, o porque nos hayamos comprado un coche maravilloso, o el último modelo
de Smartphone, o porque nos vayamos de vacaciones a las islas Mauricio. Todo
eso son distracciones, placeres momentáneos que una vez conseguidos disipan esa
mal llamada “felicidad” y, de nuevo, nos confrontamos con el incómodo vacío
existencial.
Es innumerable la enorme cantidad
de bibliografía que nos dice que la felicidad no está ahí afuera, sino que es un estado del ser, es una actitud, es apreciar los momentos, es
valorar los detalles, es poner énfasis en lo que está bien, y en lo que ya
tenemos, en lugar de magnificar lo que está mal y lo que nos falta. Es
agradecer, y que independientemente de
las circunstancias que a uno le toque vivir, uno puede elegir que actitud
adoptar.
Esto creo que es así, y lo comparto firmemente.
Sin embargo, mi experiencia me dice que para llegar ahí no basta con comprender
que esto es así, sino que se ha de “sentir en las tripas” como me gusta decir,
y para ello, uno ha de emprender un viaje, no a las islas Mauricio
precisamente, sino un viaje de autoconocimiento. Además, has de saber que ese
viaje no estará exento de dificultades, frustraciones y que alguna que otra
piedra se cruzará en nuestro camino.
En la mayoría de casos, antes de
emprender este viaje, será necesario hacer una limpieza emocional y sanar viejas
heridas, para que así pueda darse la primera y una de las más esenciasles condiciones para
que ese propósito de ser felices, pese a las circunstancias, pueda tener cabida,
que no es otra que un amor autentico y
genuino a uno mismo.
Esta falta de amor hacia uno
mismo está en la base de muchas de las carencias e insatisfacciones que sentimos en nuestras vidas, y es un
aprendizaje que todos en mayor o menor medida hemos de hacer, y como
lamentablemente no nos lo enseñan en la escuela, lo habremos de hacer nosotros
solitos.
Terminaré mi post con un video de
una canción de Michel Bublé que me emociona, pero tanto si entiendes la letra, como si no,
quiero que lo tomes como una declaración
de amor a ti mismo. Ya que la mayoría de las canciones nos programan
para que proyectemos el amor fuera de nosotros al igual que sucede cuando pensamos que hemos de buscar la felicidad "ahí afuera".
Así que dirige tu mirada a tu interior y escucha:
Así que dirige tu mirada a tu interior y escucha: