miércoles, 26 de noviembre de 2008

El Síndrome Niágara


De un tiempo a esta parte, un término surge una y otra vez en mis pensamientos, en mis actos, en mis conversaciones… de manera insistente y recurrente, y lo hace en todos las parcelas importantes de mi vida: en los talleres que llevo a cabo con mis queridas chicas, en las sesiones de trabajo con mis clientes, en mi vida personal,…Todo lo que hago me lleva a la palabra DECISIÓN, y a la enorme repercusión que tiene en nuestras vidas las decisiones que tomamos de manera consciente o inconscientemente.
Un hermoso cuadro preside la entrada de mi despacho, es un regalo que me hice a mí misma cuando lo inauguré. En él aparece la imagen de un camino con árboles a ambos lados, y debajo de esta imagen está escrita la siguiente frase:
DECISIÓN: Mejor que seas tu quien decida tu futuro por que es ahí donde pasarás el resto de tu vida.
La verdad es que lo utilizo mucho a modo de inspiración para mis clientes y para mí misma, ya que lo veo y leo la frase cada día al iniciar mi jornada de trabajo.
La semana pasada viajé a Madrid, y en las prisas del último momento olvidé encima del escritorio el libro que tenía pensado leer durante el viaje, así que en el aeropuerto compré uno de los libros de Anthony Robbins, Controle su destino, y como no podía ser de otra manera el tema principal era… ¡LA DECISIÓN!
Sin duda leer a Robbins es siempre muy enriquecedor, en esta ocasión quiero compartir, lo que él denomina Síndrome Niágara para referirse al enorme precio que pagamos cuando en lugar de tomar nuestras decisiones de una manera consciente y comprometida, nos dejamos llevar por las circunstancias:
La vida es como un río, al que se salta en ocasiones sin haber decidido realmente dónde se quiere ir a parar. Por ello no tardamos en sentirnos arrastrados por la corriente, por los acontecimientos, los temores, los desafíos. Cuando se chapotea en el agua, no se decide conscientemente a dónde se quiere ir o cuál es la dirección correcta a tomar. Nos limitamos a “dejarnos llevar por la corriente”. Nos convertimos en parte de la masa de gente dirigida por las circunstancias, en lugar de por sus propios valores. Por último, nos sentimos fuera de control. Permanecemos en este estado inconsciente hasta que un buen día nos despierta el estruendo del agua, para descubrir que nos encontramos a pocos metros de las cataratas del Niágara, en un bote sin remos. Y en ese momento exclamamos: “¡Oh, mierda!” Pero para entonces ya es demasiado tarde. Nos caemos irremisiblemente por la catarata. A veces, se trata de una caída emocional. Otras veces es física. Otras, se trata de una caída financiera.
Anthony Robbins

miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿De verdad crees que podemos elegir?


Ayer se abrió un debate muy interesante en uno de los talleres sobre coaching para mujeres que imparto.

Era el primer día… nervios, presentaciones, introducción, muchas expectativas por parte de las participantes por saber y descubrir, al fin, qué iba a ser esto de nombre tan raro, como me dijo una de ellas.

Ávidas por saber, seguían atentas y muy interesadas, las explicaciones que yo ofrecía con el fin de hacer una breve introducción del tema.

Así iban apareciendo conceptos: toma de conciencia, autoconfianza, creencias limitadoras… Yo, muy atenta a sus respuestas no verbales, percibía que dichos conceptos iban calando bien en ellas, hasta que introduje otro de los elementos claves en el coaching, como es el “Principio de responsabilidad”, entendida como la capacidad que tenemos de elegir, de tomar decisiones sobre nuestras propias vidas, y cómo cada cosa que hacemos se debe a que lo hemos decidido, consciente o inconscientemente.
Este principio se contrapone a aquellas posturas deterministas que afirman que son las circunstancias externas las que nos condicionan, de tal manera que no hay nada que nosotros podamos hacer para cambiar, para dirigir nuestra vida.

Fue como abrir la caja de Pandora: el silencio reflexivo se interrumpió para dar paso a un aluvión de “perdona Maite, pero no estoy de acuerdo con…”. Muchas de las asistentes tomaron la palabra para exponer diferentes circunstancias y quehaceres cotidianos de sus vidas, hijos, maridos, trabajo…, renuncias que han tenido que hacer por no poder compatibilizar su vida personal con la profesional,… y un sin fin de obstáculos que percibían en sus realidades que según ellas chocaba frontalmente con la idea que yo tan “alegremente” había expuesto de “nuestra libertad de elección”.

Fue un debate francamente interesante que no hizo más que confirmar la presencia que, en mi opinión, está tan arraigada en nuestra cultura, formando parte de la maraña tan enorme de creencias que nos limitan, y que nos impide ser, hacer, vivir…tal y como queremos, de ese sentimiento de estar “atados de pies y manos” ante las circunstancias de nuestras vidas.

Entiendo que esta filosofía sea difícil de aceptar emocionalmente, y no pretendo negar la influencia que sobre nosotros ejercen la educación, las circunstancias y las personas que nos rodean, pero lo cierto es que si pensamos que nuestro día a día depende únicamente de estos factores “externos”, estaremos siempre a su merced, dejando nuestra felicidad o desdicha en sus manos, y lo que es peor aún, no tendremos el poder de cambiarlo. Así, estaremos contentos si mi jefe tiene hoy un buen día y hace un sol espléndido, y por el contrario nos hundiremos ante un “día de perros”, y si nuestro hijo adolescente ha vuelto a llegar tarde a casa, por ejemplo.

Cuando aceptamos nuestra responsabilidad en las elecciones diarias que realizamos, nos estamos dando la facultad para dejar las cosas tal y como están, o bien para cambiarlas y elegir.

Os dejo con la siguiente reflexión:

“Tu eres la suma de todas las decisiones que has tomado en tu vida hasta el día de hoy”

De no ser así, no serías la persona única y especial que ahora eres.

lunes, 3 de noviembre de 2008

TODO VIAJE DE MIL MILLAS EMPIEZA POR UN PRIMER PASO


Contemplo admirada todos los progresos que mi preciosa niña, que acaba de cumplir su primer año, ha realizado a lo largo de este maravilloso año. Es increíble, como se suele decir, parece que fue ayer!…

Su evolución, silenciosa y casi imperceptible para los que tenemos la enorme suerte de estar a su lado día a día, pero a la vez imparable, me hace reflexionar sobre un concepto fundamental que utilizamos mucho en coaching, que es parte esencial de la vida, como es el concepto de proceso.


Proceso de crecimiento, proceso de aprendizaje, proceso de cambio, proceso de envejecimiento, proceso digestivo …en nuestro día a día utilizamos a menudo este concepto para referirnos a múltiples aspectos, sin embargo creo que en la vorágine de cosas por hacer en la que vivimos nuestros días, y en la necesidad de obtener resultados rápidos, no somos realmente conscientes de lo que la palabra proceso implica.


Mi hijita sí sabe lo que es un proceso, empezó abriendo sus ojos y a mantener su mirada mínimamente enfocada, mostró su primera sonrisa refleja, poco a poco logró controlar los músculos de su cuello para mantener su frágil cabecita, a medida que pasaba el tiempo nos sonreía con intención, una mañana, de pronto se despertó diciendo ge, gi, gu…haciéndonos llorar de emoción, empezó a controlar cada vez más su cuerpecito, jugaba a su manera, hacía sus ensayos diarios para mantenerse sentada hasta que dejó de caerse como un bolo, ya se sentaba sola!.

Un buen día, descubrió que había un enorme mundo por descubrir a su alrededor, y empezó a reptar hasta que consiguió gatear, hoy en día saca brillo a toda la madera de la casa. Día a día nos ha ido relatando todas sus experiencias en un idioma repleto de sonoridad y alegría, señalando con su pequeño índice todo lo que le llama la atención, y dando palmas cada vez que está contenta y oye música.


Ella tiene paciencia, no tiene prisa, sabe que todo viaje de mil millas empieza por un primer paso, que sólo puede dar un paso cada vez, y que en su viaje no caben los falsos atajos.
El mismo trabajo que ha realizado mi hija a lo largo de su primer año, y que seguirá realizando, para lograr y afianzar sus progresos evolutivos, hemos de realizar cuando queremos lograr un verdadero cambio, un objetivo, una meta.


De esta manera el coaching, es también un proceso natural de aprendizaje y desarrollo, un bello viaje de descubrimiento sobre uno mismo, con sus etapas propias y necesarias para lograr nuestros verdaderos objetivos.


Es así cómo el coaching hace sus efectos en las personas, de manera silenciosa, casi imperceptible para los demás, pero imparable, con firmeza, y seguridad.

domingo, 1 de junio de 2008

El Viaje continúa...mi visión del Coaching II


Mayo de 2007

Hoy se cumple el primer aniversario de mi primera toma de contacto con el Coaching, y como en todo aniversario que se precie, lo que toca es hacer una recapitulación y balance del camino recorrido y de los logros conseguidos, que no son pocos…
Releyendo las notas del cuaderno que utilizo para las sesiones que tengo con mi Coach-mentor, y de los e-mails intercambiados a lo largo de este tiempo, soy aún más consciente, si cabe, de los numerosos beneficios que el Coaching me ha aportado, no sólo a nivel personal, sino a nivel profesional.

En un artículo que escribí por aquel entonces decía: ” quiero ser Coach y dedicarme a esta profesión”… Pues bien, a punto de finalizar mi proceso de formación en Coaching, puedo decir que he logrado todos los objetivos que me marqué en aquel mes de Mayo de 2006: dispongo de un coqueto despacho, tengo mi, de momento, pequeña agenda de clientes, una tarjeta profesional y un tríptico informativo muy atractivos, …y muchos nuevos e ilusionantes proyectos en los que estoy embarcada.

Fruto de la claridad de ideas que he logrado acerca de lo que quiero y de lo que no quiero, de hacia dónde quiero ir, y de lo que realmente me motiva, se puede decir que ahora estoy en una nueva etapa dentro de mi proceso de crecimiento. Es como si me viera a mi misma ante una escalera; ahora estoy en el primer escalón con un pie que se dirige al segundo, pero hay muchos más… intuyo que tantos como yo quiera…

Esta nueva etapa en la que me encuentro es, quizá, algo más reflexiva que la anterior, que principalmente estaba enfocada a la acción, a la que, para mí misma, titulé la siembra. A esta la podría llamar Reflexiones profundas de una Coach.

En estos momentos me encuentro ante dos grandes retos: el primero es cómo mejorar día a día en mi labor profesional, siendo fiel a la esencia del Coaching respetando sus principios, y poder contribuir al 100% en el crecimiento de mis clientes, siendo su Coach, y solamente su Coach, sin caer en la tentación de convertirme en una asesora-consultora, que nada tiene que ver con la labor de un verdadero Coach.

Este hecho representa para mí un desafío importante, porque, si bien es cierto que el Coaching me fascinó hace un año, no es menos cierto que lo hace ahora aún con mayor intensidad que entonces, dado que he conocido la verdadera esencia del Coaching puro. En este sentido, comparto plenamente la visión de autores como Leonardo E. Ravier, quien denota en sus diversos artículos y en su libro “Arte y Ciencia del Coaching” su afán por identificar y defender la identidad del Coaching, diferenciándolo de otras disciplinas, herramientas, o profesiones.

Mi segundo gran reto, que en los últimos meses me tiene absorbida, es ser capaz de transmitir mi rotundo convencimiento de que el Coaching es muy beneficioso para las personas, y una gran oportunidad de autodesarrollo.

Sin embargo, descubro que muchas personas muestran gran resistencia a embarcarse en un proceso de Coaching. En este sentido, he podido comprobar que no soy la única que percibe estas reticencias, ya que en numerosos artículos que he leído, en charlas con otros Coaches, y en diversos foros en los que participo relacionados con el Coaching, aparece la misma cuestión: ¿qué podemos hacer los profesionales de este sector para promocionarlo, y para dar a conocer su verdadero valor?.

En mi opinión, la razón fundamental por la cual las personas se muestran reticentes en un primer momento a un proceso de Coaching es el miedo al cambio, es decir, miedo a salir de nuestra zona de confort, de modo que preferimos seguir en la inercia de no hacer nada, y esperar a ver qué pasa, pensando que nuestros deseos se harán realidad algún día como por arte de magia, o por el contrario asumiendo la postura más derrotista de “para qué hacer nada, si total no estoy tan mal….”.

En mi día a día, lamentablemente me encuentro con muchas actitudes de este tipo, actitudes que denotan una gran dificultad por asumir el control de nuestras propias vidas, es decir, responsabilizarnos de nuestra propia felicidad, y comprometernos con aquello que queremos lograr.

Recuerdo cuando mi Coach me preguntó: “¿Cuál es tu compromiso con tu objetivo de ser Coach?”. Yo estaba tan “verde” en estas cuestiones acerca del compromiso y la responsabilidad, que ni siquiera entendí la pregunta. “¿A qué te refieres?”, pregunté. Ella puntualizó: “¿Qué estás dispuesta a sacrificar para conseguir tu objetivo?”. No recuerdo qué respondí, pero sí recuerdo que pensé mucho sobre ello y me costó muchísimo contestar. Después ella añadió sabiamente: “Ahí está la clave para lograr tu objetivo o fracasar.”

Pienso que este extracto de conversación ilustra claramente ese vértigo que aparece en todos nosotros, no sólo ante lo nuevo y lo desconocido que todo cambio implica, aún por deseado que éste sea, sino ante la gran dificultad que tenemos de transformar nuestros deseos y expectativas en objetivos concretos, y comprometernos al 100% con ellos. El hecho de asumir este compromiso implica un esfuerzo a nivel personal importante, y en no pocas ocasiones, nos entran ganas de tirar la toalla ante la aparición en escena de algún gremlin (autosaboteador) caprichoso que quiere que nada cambie, que todo siga igual que siempre.

Como bien dice Juan Carlos Cubeiro en su magnífico libro “La sensación de fluidez”, “el cambio es una puerta que se abre desde dentro”, de manera que cada uno de nosotros ha de estar dispuesto a abrir su puerta, y permitir así que cosas nuevas o distintas entren en uno mismo.
La apertura de tus puertas interiores no es tarea fácil, pero el apoyo de un Coach que te brinde la oportunidad de abrir tu mente y tu alma, estoy segura de que lo conseguirás, y ya nada volverá a ser lo mismo…

Da la bienvenida al aire fresco de la felicidad que está a punto de entrar por tu ventana!.

Maite Villabeitia Urrutia
Coach
Psicóloga
mvillabeitia@hotmail.com
tel. 944014223 / 607355902

Mi visión del Coaching

Artículo publicado en el nº 7 de la revista Coaching magazine. Nov/Dic 2006

No hace mucho tiempo, me encontraba charlando con una persona sobre la insatisfacción que sentía por no haber podido lograr en todos estos años que han transcurrido desde que me licencié en Psicología, un desarrollo profesional acorde a mis expectativas. Fue esta persona la que me habló del “Coaching” por primera vez, diciéndome que supondría una buena salida profesional dada mi formación. En aquel momento no le di importancia a esta recomendación, ya que si bien no sabía definir qué era el coaching, por aquel entonces sólo venían dos palabras a mi cabeza: deporte y empresa, así que lo desterré totalmente por que eran dos mundos que poco tenían que ver conmigo.

Meses más tarde, llevada por mi continuo afán de encontrar algo que permitiese reciclarme, y así poder iniciar mi tan ansiado desarrollo profesional, recordé aquella conversación sentada delante de mi ordenador, y tecleé en mi adorado google la palabra “COACHING”.

Ante mi aparecieron frases como: “camino hacia el autodesarrollo”, “conseguir lo mejor de uno mismo para llevar una vida más satisfactoria”, “arte de mejorar la vida”, “liberar el potencial de las personas para incrementar su desempeño”, “aprender a gestionar los cambios”….Todo lo que iba leyendo me iba entusiasmando cada vez más y pensé: “¿quién no quiere esto para sí mismo?”. Todo el mundo en mayor o menor medida tiene algún sueño por cumplir, una meta que alcanzar.

Así mismo, me impresionó la enorme cantidad de campos en los que el coaching aporta sus beneficios: desde personas insatisfechas con algún aspecto de su vida ( trabajo, pareja, hijos, etc.), personas que desean apostar más fuerte y esperan algo más para sí mismas, jóvenes desorientados, personas que atraviesan crisis personales como divorcios, jubilaciones, situaciones de infelicidad no manifiesta pero real,…, aquellos que tienen que enfrentarse a situaciones difíciles, como entrevistas, exámenes, presentaciones en público,…., personas que se sienten estancadas en sus vidas, hasta directivos de empresas que desean mejorar el rendimiento de sus equipos…, en fin, el abanico es muy abierto.

Así fue cómo, tras una ardua labor de investigación, contacté con una coach. Gracias a ella estoy escribiendo este artículo. Nunca olvidaré aquel encuentro… me hizo sentir que el coaching era para mí, y aunque no fue una sesión de “coaching” como tal, salí con un propósito muy claro: inscribirme en el curso “Principios del coaching” (de Olacoach).

Fue todo un descubrimiento para mí, ya que hasta entonces había leído varios libros sobre coaching en los que explicaban las técnicas, herramientas y cualidades que un buen coach debe poseer, pero algo me faltaba. No llegaba a entender completamente cómo se producían esos cambios en las personas que describían los textos que llegaron a mis manos, cómo sus sueños se hacían realidad, y cómo lograban alcanzar metas que en un principio resultaban inalcanzables.

Yo soy bastante escéptica para muchas cosas, y he de confesar que por momentos me parecía “humo” todo lo que leía.

Así fue como en el transcurso del curso varios conceptos me dieron la clave. No fueron grandes revelaciones, sino mensajes llenos de grandes dosis de sentido común, como que en lugar de centrarnos en el problema, técnica habitual en los procesos de Psicoterapia que yo conocía, en el coaching se lleva a cabo un encuadre enfocado a los resultados, donde lo importante son las acciones que llevamos a cabo para conseguir lo que queremos.

De esta manera, se destaca la diferencia entre hablar de expectativas (“me gustaría que”…, “espero…”, “deseo…”), y hablar de objetivos (“quiero…”, “puedo…”, “voy a…”), buscando en todo momento priorizar éstos sobre aquellas. Esta es la clave para pasar de un deseo, que no es más que algo que está en nuestra mente, pero cuyo logro es una responsabilidad que no nos atribuimos de manera plena, frente a realizar acciones concretas y plantearlo en términos de “Yo quiero…y lo voy a hacer…”, para lo que me comprometo con la ayuda de un coach.

Después tuvo lugar mi segundo encuentro con mi coach, lo que representó mi primera “sesión de coaching”. Descubrí que tan pronto sentía impotencia, al no lograr encontrar dentro de mí la respuesta “adecuada” ante las preguntas que la coach me planteaba, como desorientación, al no estar acostumbrada a esa situación en la que se pedía tanto de mí. O de pronto sentía un enorme entusiasmo y una gran ilusión al comprobar cómo yo era la protagonista absoluta de mi aventura.

Me llamó poderosamente la atención la confianza que mi coach tuvo en mis habilidades para comenzar a trabajar desde el primer momento, y tengo la profunda convicción de que es esa confianza la que me permite avanzar, ya que pienso: “si esta persona confía plenamente en mis capacidades, ¡será por tanto que las tengo!”. Es de esta manera cómo percibo que mi autoconfianza es cada día un poquito más grande. Es la que me anima a avanzar, y la que me permitirá impregnarme de la filosofía del coaching, incorporándola en todos los ámbitos de mi vida.


Si alguien me preguntara qué es para mi el coaching, le respondería que es una filosofía y una actitud ante la vida, donde prima la “acción” frente al “deseo”, donde primero tienes que cambiar tu esquema mental, salir de tu “zona de confort” como dicen los formadores de Olacoach, para colocarte en un lugar nuevo que te permita aprender. Este resulta en principio un lugar un poco incómodo, ya que no estamos acostumbrados a manejarnos en un nivel en el que todo depende de ti, no hay nada que sea correcto o incorrecto, mas que aquello que lo sea para ti. El coach no aparece como un experto que te va a decir lo que tienes que hacer, ni va a opinar sobre tus acciones aunque a veces lo desearías con toda tu alma, sino que mediante sus “preguntas poderosas” exprimes al máximo tu cerebro para encontrar dentro de ti la respuesta. Es algo que requiere bastante esfuerzo por parte de cada uno, por lo que es fundamental dejar atrás las conductas pasivas, y en su lugar adoptar una actitud proactiva. Pero sobre todo y como punto de partida fundamental, querer hacerlo.

En definitiva, vivo el coaching como una oportunidad de desarrollo tanto personal como profesional. Actualmente compagino mi formación en coaching, a través del programa Avanzado de Formación de Coach de Olacoach que tendrá lugar en Octubre, con sesiones personales de coaching.

Para mí estas sesiones son como un faro que me va guiando en este proyecto en el que me he embarcado, y en el que tengo definida mi meta. Quiero ser coach y dedicarme a esta profesión. He abierto al máximo mi mente y mi corazón para sacar lo mejor de mí, y poder así atravesar este bello camino. Ahora sólo tengo que dar los pasos que me vaya marcando para conseguir mi propósito. Yo estoy dispuesta a recorrer este camino,… ¿y tú?

Maite Villabeitia Urrutia
mvillabeitia@hotmail.com
tel.607355902


















































































Coaching para vivir mejor

Entrevista a Maite Villabeitia para el Semanal El Bolsín.

Lunes 25 de Junio de 2007

Maite Villabeitia nació en Bilbao, un 5 de enero de 1971, y por su manera de ser y su intención de ayudar a los demás, orientó su formación hacia el campo de la Psicología, ejerciendo de Psicóloga y Psicoterapeuta grupal. En sus inicios, su carrera profesional estuvo enfocada principalmente en el ámbito de la Clínica, trabajando tanto con adultos como con adolescentes. Amplió su campo, después, aterrizando en la Psicología Educativa, tratando con niños y adolescentes con fuertes dificultades a nivel escolar y personal.


Maite sabía que su trabajo ayudaba a los demás, pero no tanto como a ella le gustaría poder ayudar, a un nivel profundo, sólido, y a la vez didáctico, aprender divirtiéndose y aprender a conseguir objetivos, algo más PRÁCTICO. Y buscando a nivel formativo fue como llegó al COACHING. Le fascinó su esencia, su mensaje y, sobre todo, sus resultados. Experimentó sus beneficios iniciando su propio proceso de COACHING primero y después se formó como COACH PROFESIONAL.


Le gustaría gritar al mundo que hay una manera sencilla de hacer las cosas y que los objetivos que nos proponemos los podemos lograr SI SABEMOS CÓMO. Y ella sabe cómo. Es por eso que ejerce como COACH PERSONAL en su despacho profesional de Bilbao, viendo cómo SUS CLIENTES, SE CONVIERTEN EN LA MEJOR VERSIÓN DE SI MISMOS y se quedan fascinados al ver cómo CONSIGUEN aquello que en un principio les resultaba tan lejano.

-El Bolsín: Maite, es posible que algunas personas hayan oído hablar de COACHING, pero no sepan exactamente lo que es.

-Maite Villabeitia: El Coaching es una disciplina que te permite CONSEGUIR TUS OBJETIVOS, bien sean profesionales o personales. Su filosofía parte de la premisa de que la persona es experta en su vida y tiene dentro de sí todas las respuestas, así el Coach no da soluciones ni consejos, sino que te ayuda a IDENTIFICAR TUS PROPIAS RESPUESTAS, a descubrir tu CAMINO HACIA EL ÉXITO y a convertirte en el creador de tu propia realidad.

-El Bolsín: Puedes explicarnos qué BENEFICIOS obtenemos cuando recurrimos al COACHING, Maite?

-M. Villabeitia: Los beneficios son muchos e inmediatos. Es una diferencia importante con la Psicología. Se trabaja CONSTRUYENDO y no repasando lo destruido. Por eso se obtienen RESULTADOS rápidos. El cliente siente desde el primer momento cómo es capaz de transformar su vida. Como Coach ante todo, le guío a través de preguntas, la respuesta correcta para el cliente, la tiene el cliente. Te puedo nombrar algunos beneficios como:

* Identificar y clarificar qué es lo que deseas.
* Crear y desarrollar estrategias para conseguir tus objetivos.
* Descubrir y potenciar recursos propios.
* Romper nuestro techo de cristal interno, vencer autolimitaciones.
* Autoconfianza y autosuficiencia

Ante todo conviene recordar que EL BENEFICIO MÁS IMPORTANTE para ti, es el que deseas y por el que te vas a COMPROMETER para lograrlo. Pues el Coaching es un trabajo personal, no un milagro, y requiere de esfuerzo. Lo positivo? Los resultados están garantizados.

-El Bolsín: Puedes explicarnos un poco más, Maite, en qué consiste una sesión de Coaching?

-M. Villabeitia: Entre Coach y cliente se establece una relación profesional y confidencial. En la primera sesión verificamos juntos el OBJETIVO, diseñamos un PLAN DE ACCIÓN para lograrlo, así cómo el número de sesiones que requerirá el proceso. En las siguientes sesiones, me muestro como una guía, un punto de apoyo e inspiración y a través de mis preguntas la persona logra ver el dilema bajo una perspectiva diferente, viendo claro el camino a seguir.
Al final de cada sesión el cliente se compromete a realizar una serie de tareas y llegar a la siguiente con los “deberes” hechos.

Las sesiones se pueden realizar cara a cara, por teléfono, o vía Internet. Duran entre 45 minutos y 1 hora. Dependiendo del objetivo a trabajar la duración del proceso varía, pero se podría hablar de una media de entre dos y tres meses.

-El Bolsín: Imagínate, Maite, he oído hablar del Coaching y con la publicación de esta entrevista me llama poderosamente la atención y decido llamarte para iniciar sesiones de Coaching. ¿Qué debo considerarme PACIENTE O CLIENTE?

-M. Villabeitia: El Coaching y la Psicoterapia son dos campos muy distintos. En Psicoterapia se trabaja con pacientes que sufren algún tipo de psicopatología. Un Coach trabaja con CLIENTES que no son necesariamente gente con problemas, sino que se plantean objetivos para lograr una EVOLUCIÓN PERSONAL Y PROFESIONAL.

En Coaching el pasado del cliente tiene poca importancia, ya que TRABAJAMOS EL PRESENTE ENFOCANDO HACIA EL FUTURO, mientras que en muchas escuelas psicológicas el pasado cobra mucha importancia, al ser una vía de acceso para resolver problemas del presente.

ACÉRCATE AL COACHING SI:
Percibes que hay una distancia entre dónde estás ahora y dónde quieres estar realmente.
  • Quieres más para ti mismo.
  • Tienes un objetivo o un sueño que cumplir: Los objetivos son sueños con piernas, cuando te marcas un objetivo estás tomando el rumbo de tu vida.
  • Si estás motivado para ponerte en marcha y conseguir tus metas.