Mayo de 2007Hoy se cumple el primer aniversario de mi primera toma de contacto con el Coaching, y como en todo aniversario que se precie, lo que toca es hacer una recapitulación y balance del camino recorrido y de los logros conseguidos, que no son pocos…
Releyendo las notas del cuaderno que utilizo para las sesiones que tengo con mi Coach-mentor, y de los e-mails intercambiados a lo largo de este tiempo, soy aún más consciente, si cabe, de los numerosos beneficios que el Coaching me ha aportado, no sólo a nivel personal, sino a nivel profesional.
En un artículo que escribí por aquel entonces decía: ” quiero ser Coach y dedicarme a esta profesión”… Pues bien, a punto de finalizar mi proceso de formación en Coaching, puedo decir que he logrado todos los objetivos que me marqué en aquel mes de Mayo de 2006: dispongo de un coqueto despacho, tengo mi, de momento, pequeña agenda de clientes, una tarjeta profesional y un tríptico informativo muy atractivos, …y muchos nuevos e ilusionantes proyectos en los que estoy embarcada.
Fruto de la claridad de ideas que he logrado acerca de lo que quiero y de lo que no quiero, de hacia dónde quiero ir, y de lo que realmente me motiva, se puede decir que ahora estoy en una nueva etapa dentro de mi proceso de crecimiento. Es como si me viera a mi misma ante una escalera; ahora estoy en el primer escalón con un pie que se dirige al segundo, pero hay muchos más… intuyo que tantos como yo quiera…
Esta nueva etapa en la que me encuentro es, quizá, algo más reflexiva que la anterior, que principalmente estaba enfocada a la acción, a la que, para mí misma, titulé la siembra. A esta la podría llamar Reflexiones profundas de una Coach.
En estos momentos me encuentro ante dos grandes retos: el primero es cómo mejorar día a día en mi labor profesional, siendo fiel a la esencia del Coaching respetando sus principios, y poder contribuir al 100% en el crecimiento de mis clientes, siendo su Coach, y solamente su Coach, sin caer en la tentación de convertirme en una asesora-consultora, que nada tiene que ver con la labor de un verdadero Coach.
Este hecho representa para mí un desafío importante, porque, si bien es cierto que el Coaching me fascinó hace un año, no es menos cierto que lo hace ahora aún con mayor intensidad que entonces, dado que he conocido la verdadera esencia del Coaching puro. En este sentido, comparto plenamente la visión de autores como Leonardo E. Ravier, quien denota en sus diversos artículos y en su libro “Arte y Ciencia del Coaching” su afán por identificar y defender la identidad del Coaching, diferenciándolo de otras disciplinas, herramientas, o profesiones.
Mi segundo gran reto, que en los últimos meses me tiene absorbida, es ser capaz de transmitir mi rotundo convencimiento de que el Coaching es muy beneficioso para las personas, y una gran oportunidad de autodesarrollo.
Sin embargo, descubro que muchas personas muestran gran resistencia a embarcarse en un proceso de Coaching. En este sentido, he podido comprobar que no soy la única que percibe estas reticencias, ya que en numerosos artículos que he leído, en charlas con otros Coaches, y en diversos foros en los que participo relacionados con el Coaching, aparece la misma cuestión: ¿qué podemos hacer los profesionales de este sector para promocionarlo, y para dar a conocer su verdadero valor?.
En mi opinión, la razón fundamental por la cual las personas se muestran reticentes en un primer momento a un proceso de Coaching es el miedo al cambio, es decir, miedo a salir de nuestra zona de confort, de modo que preferimos seguir en la inercia de no hacer nada, y esperar a ver qué pasa, pensando que nuestros deseos se harán realidad algún día como por arte de magia, o por el contrario asumiendo la postura más derrotista de “para qué hacer nada, si total no estoy tan mal….”.
En mi día a día, lamentablemente me encuentro con muchas actitudes de este tipo, actitudes que denotan una gran dificultad por asumir el control de nuestras propias vidas, es decir, responsabilizarnos de nuestra propia felicidad, y comprometernos con aquello que queremos lograr.
Recuerdo cuando mi Coach me preguntó: “¿Cuál es tu compromiso con tu objetivo de ser Coach?”. Yo estaba tan “verde” en estas cuestiones acerca del compromiso y la responsabilidad, que ni siquiera entendí la pregunta. “¿A qué te refieres?”, pregunté. Ella puntualizó: “¿Qué estás dispuesta a sacrificar para conseguir tu objetivo?”. No recuerdo qué respondí, pero sí recuerdo que pensé mucho sobre ello y me costó muchísimo contestar. Después ella añadió sabiamente: “Ahí está la clave para lograr tu objetivo o fracasar.”
Pienso que este extracto de conversación ilustra claramente ese vértigo que aparece en todos nosotros, no sólo ante lo nuevo y lo desconocido que todo cambio implica, aún por deseado que éste sea, sino ante la gran dificultad que tenemos de transformar nuestros deseos y expectativas en objetivos concretos, y comprometernos al 100% con ellos. El hecho de asumir este compromiso implica un esfuerzo a nivel personal importante, y en no pocas ocasiones, nos entran ganas de tirar la toalla ante la aparición en escena de algún gremlin (autosaboteador) caprichoso que quiere que nada cambie, que todo siga igual que siempre.
Como bien dice Juan Carlos Cubeiro en su magnífico libro “La sensación de fluidez”, “el cambio es una puerta que se abre desde dentro”, de manera que cada uno de nosotros ha de estar dispuesto a abrir su puerta, y permitir así que cosas nuevas o distintas entren en uno mismo.
La apertura de tus puertas interiores no es tarea fácil, pero el apoyo de un Coach que te brinde la oportunidad de abrir tu mente y tu alma, estoy segura de que lo conseguirás, y ya nada volverá a ser lo mismo…
Da la bienvenida al aire fresco de la felicidad que está a punto de entrar por tu ventana!.
Maite Villabeitia Urrutia
Coach
Psicóloga
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